
Ya he dicho que últimamente no cocino nada nuevo, no estoy inspirada, y encima con el veranillo apetece salir, con lo cual las oportunidades de meterse en la cocina quedan minimizadas, en definitiva que siento que parece que me he declarado en huelga de brazos caídos, pero comer comemos, mis lorzas dan fe de ello aunque no se merezcan posts (lo que comemos, no mis lorzas, ellas se merecen cuatro post, con lo que me están costando!!). Y bebemos.
De hecho este viernes pasado, mi Maxi, viendo mi dejadez cocinera tuvo que improvisar una cena de estas frías. Es decir, se pasó por el gourmet de El Corte Inglés y compró unos quesos variados, (entre ellos un Brie de Meaux que siempre queda bien, un camembert y uno pequeñín de cabra, de los que no recuerdo nombres) un poco de salmón ahumado Carpier acompañado de unos blinis mega grandes y mega ricos (calientes por favor) y algo más que ahora no recuerdo. No era una cena para comentar, la verdad, pero luego me sacó un vino de la neverita, de esos que compra y reserva para sorprenderme de tanto en tanto, y vaya si me sorprendió.
Este borgoña, tiene un color dorado limpio y brillante, con una nariz fresca y compleja, con una gran mineralidad con mieles, flores blancas y recuerdos a limas. En boca está al nivel que esperas. Compleja, franca, fresca, mineral de nuevo, con claros recuerdos a miel y con la frescura de la lima. El final es cítrico, y largo.
El vino hacía algún tiempo que estaba en nuestra nevera, con lo cual no se si se podrá encontrar, pero por si acaso, me dijo que lo había comprado en nuestra tienda habitual de Borgoñas La part dels Angels.
Lkr.
Buscando información de la bodega he visto que el amigo Víctor Franco ya lo probó en su día, e hizo un magnifico artículo. Dejo el enlace por si alguien está interesado en tener más información sobre esta maravilla.